12 de febrero de 2007

de inmigrantes y otros sentimientos


El sentimiento de inmigrante tiene un origen netamente psicológico. Es casi una decisión personal. Acá tenés el idioma (que si querés lo podés adaptar un poco más) y tenés todas las herramientas que hacen falta para sentirte dueño de todo ésto. Te podés hacer amigos españoles, podés hacer plata, trabajando o no, podés viajar, podés bailar, podés divertirte, conocer gente nueva, ser guía turístico, inversor, payaso, marinero o pescador, ejecutivo o banquero. Podés sacar un crédito, comprerte un auto y pagar después el crédito. Depende un poco de la actitud: es muy fácil ver cuál está de paso, cuál no es de acá y cuál sí sólo por cómo se mueve, cómo mira, cómo camina. Si vos te sentis de acá, sos español. Si alguien te da la espalda por extranjero, lo cagas a trompadas y listo, en vez de creer que son muy cerrados, que te hacen sentir un invasor o lo que sea. Yo me siento menos extranjero en esta ciudad que en Tilcara, por ejemplo, o que en algún barrio pobre, de esos peligrosos que hay en Buenos Aires. Es lógico.

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