28 de agosto de 2007

Universo paralelo

A la 1 de la mañana empezamos a cerrar el restaurante y, entre todas las cosas que todos tenemos que hacer, me tocó repasar los cubiertos y cerrar la cocina. Una de las tareas es limpiar la panera y tirar el pan que sobra. Agarré las 4 flautas de pan francés casero y en vez de tirarlas las envolví con la idea de regalárselas a alguien camino a casa. Me crucé media Barcelona en bicicleta y no encontré ninguna persona que las necesite o quiera. Llegué a casa bordeando la consternación, anonadado por lo que me acababa de pasar.
Al día siguiente recibimos un mail de un amigo nuestro preguntándonos si queríamos un coche ya que un amigo suyo lo regalaba. Sólo había que pagar un par de meses atrasados del seguro y que podríamos ir a buscarlo cuando queramos.

Miles de reflexiones -argumentos, sinsentidos, rarezas, justificaciones, impotencias, gritos, silencios...- explotan en mi cabeza.

Algo no anda bien.

11 de agosto de 2007

Es que no se puede

Es sólo una coincidencia. Uno trata, se esfuerza, se retuerce acrobáticamente el intelelcto en una contorsión soberbia pero el resultado es nulo. Más que nulo: avergonzante. Es que no se puede. ¿Qué no se puede? Dos cosas: 1) Enmarcar los procesos del alma en el Tiempo. Va a su aire y antojo, el "retroceso" es, quizás, lo que más te lleva hacia delante; el futuro, simplemente, no existe; el pasado es tan presente como la gota de sudor que cae por la frente, se te mete en el ojo y te hace arder. Jamás recorre, el alma, una línea recta; su sinuosidad es tan peligrosa como inevitable, tan propia del alma como lo que me lleva a escribir ésto. El alma no es libre, es libertina. Si el alma fuera mujer se diría de ella que está resentida -por coqueta, por vanidosa- culpa de haberla enclaustrado en un cuerpo, en carne, ¡qué horror! 2) No se puede escribir cuando a uno se le antoja. Esa es la flagelación más terrible que esta maldita vocación te aplica. Se te caen por los ojos lágrimas alfabéticas y tanteas, acaricias, la pluma, pidiendo misericordia y una carcajada sardónica te estruja el cuore erizándote la uñas. Y si no se puede escribir es porque la cabeza, la mente, las percepciones y sensaciones, se te van por los ojos. Tu sentido de la observación se agudiza y el filtro de los sentimientos, indulgente, agranda sus poros y te hace sentir cosas nuevas, o no, pero más intensas. Y se te va la escritura por ahí, no por las letras.
Y quizás sea sólo una coincidencia que este proceso atemporal e inmanejable del alma haya comenzado el 1º de agosto. O quizás sea el calor atosigante, el sudor que te pegotea la piel al respaldo de plástico de la silla, el efecto sopapa de cuando te levantas del asiento, el ventilador que revuelve los papeles, la cerveza que se calentó...
Será que es agosto, será que esta ciudad está maldita, será que el maldito soy yo, será que se me va la vida por los ojos, será, sencillamente, que no se puede.