27 de noviembre de 2008

Huellas frescas del colonialismo

Hoy tuve que mandar un carta a Melilla, una ciudad de España. Cuando me apersoné en el correo tuve que esperar cerca de media hora para que me atendieran lo que me llevó a pensar que, no obstante la onmipotencia y omnipresencia de internet, las transacciones epistolares jamás morirán. El esmirriado hombre que me atendió me indicó que llenara una ficha con los datos del destinatario y del remitente. Al revisar el talonario que acababa de llenar, me lo entregó de nuevo y me señaló que, además de la ciudad, pusiera el país y el contienente. Pensé que me estaba tomando el pelo. Sin embargo, lo tomé y escribí: España. Europa. El impaciente hombre me miró despectivamente y, acodándose en el mostrador, me espetó: "Hombre, ¡que Melilla queda en África!" ¿África? "Que sí, chaval, que está entre Algeria y Marruecos"
Asi que volví a tomar una nueva ficha y escribí: Melilla. España. África., sin comprender bien lo que estaba escribiendo.

Manifestación en Barcelona

Ayer volvía caminando de una reunión que tuve en el centro, fumando con parsimonia y tarareando canciones románticas. Bajando por Paseo de Gracia me encontré con una de las pocas manifestaciones con los de la ciudad condal hacen cada año.
Eran los miembros del sindicato de trabajadores protestando por los despidos que estaban sufriendo. Pero me llamó mucho la atención: Habrían, calculo así, más o menos, unas 200 personas que sostenían pancartas y banderas de Cataluña. Delante de ellos iban 7 camionetas y media docena de motos de la policía. Por detrás de ellos, pisándoles los talones, iban más patrulleros y alguna que otra moto. Y a pocos metros más atrás, alrededor de 20 barrenderos a los que les seguían 4 camioncitos de limpieza. Luego, la calle inmaculada, vacía.
Oí que la multitud, con las venas salidas, cantaba: "Za pa tero, em bus tero, Za pa tero, em bus tero...".
Le pregunté a uno hacia dónde se dirigían y me respondió que iban hasta diagonal, a dos cuadras de la Diputación, porque no los habían dejado llegar hasta ella. Volví a preguntarle por qué no iban al Ayuntamiento, me dijo que tampoco los dejaban, que habían decenas de patrulleros bloqueando las calles, y que sólo les permitían recorrer esa avenida (que sólo tiene 12 cuadras).
Me pareció tragicómico. Aquellos pobres hombres manifestando su bronca contra el gobierno, con toda la razón, se limitaban a hacer lo que podían, armar una manifestación donde los dejaban. Y seguramente haya sido el gobierno quien los abasteció de banderas y cornetas, para que la gente sienta que es libre, que puede protestar.

10 de noviembre de 2008

Conmigo a cuestas

19 de junio
Teníamos que hacer un ejercicio de focalización interna variable para la materia de Narrativa de la Escola d'Escriptura. Imaginé una familia, con un trasfondo tormentoso, sentados en una habitación esperando la inminente muerte del padre que se resistía a morir. Pensé en los personajes, la madre, el hijo mayor, el menor, la empleada, el padre... Dibujé sentimientos complejos y difusos. Acababa de leer El juego de Abalorios y descubrí en mi escritura algo que sabía a la de Hermann Hesse. Siempre me pasa eso. Una vez me había puesto a escribir un cuento luego de leer Los Periódicos, de Henry James, y terminé construyendo una oración de media página con giros sintácticos inusitados en mí y que jamás pude volver a elaborar.

25 de octubre
Sentado en el sillón de la sala de estar, con la mirada inyectada de orgullo clavada en un punto lejano, mucho más lejano del que podría mirar, me lamentaba, despotricando, ante el sumiso oído de Titi: "No lo puedo creer, no lo puedo creer. ¿Sabés lo que hubiera sido? ¡Es el festival de literatura más importante de Barcelona! Mañana, por ejemplo, presenta su libro Lou Reed. Ayer estuvo Coetzee, premio Nobel en el 2003. ¡¿Sabés lo que hubiera sido leer mi cuento ahí?! Te juro que esta misma noche empiezo a escribir el mejor cuento que esos inalfabetos van a leer en sus vidas y lo presentaré en el concurso del año que viene y ya verán lo que es literatura...

28 de junio
Me junté con Rosa, una profesora que tuve en la Escola d'Escriptura. Me había dicho que le mandara un cuento para que pudiera ver cómo escribo. Le mandé uno que había escrito hacía un par de días y que sólo había corregido una vez. Nunca pude efectuar una jerarquización cualitativa entre mis textos, por lo que decidí enviarle el que había escrito último. Me había respondido que nos juntáramos para que me hiciera sus observaciones. Le gustó, aunque me sugirió un par de modificaciones que hablaban de una necesidad de mejora en mi escritura en general.

10 de julio
Titi: ¿Qué son esos papeles?
Mano: Un cuento
Titi: ¿Cuál?
Mano: "Conmigo a cuestas"
Titi: ¿Para qué lo imprimiste?
Mano: Lo voy a presentar en un concurso. Es un concurso que organiza el Ateneu Barcelonès con el CCCB, el Centro Cultural más importante de Barcelona.

01 de noviembre
Voy casi todos los días a la biblioteca del Ateneu. Es el lugar más fantástico que conozco sobre la tierra. Es realmente de fantasía. Ahí, pasada la media hora de sintonización, puedo conectarme con lo más profundo de lo que soy (o de lo que ese día me gustaría ser). Ese día estaba leyendo Ética, de Spinoza. No suelo leer filosofía; y nunca leo filosofía traducida del latín escrita por un judío holandés del siglo XVI. Intentaba penetrar en sus complejos axiomas y proposiciones cuando una voz maternal pronuncia en un susurro apelativo la palabra: "Mano". Desconcertado, levanto la cabeza y veo a Rosa, mi profesora de la Escola. "Felicitaciones", me dice y sonríe. "¿Felicitaciones por qué?", le digo y sonrío. "Por tu cuento, Conmigo a cuestas. ¿Te acuerdas de que yo te lo corregí? Por eso me di cuenta que eras tú. ¡Qué seudónimo más raro elegiste!" "Gracias -le respondí más desconcertado aún-, pero ¿por qué me felicitas?". Ella, también desconcertada, me respondió: "¿Cómo, no lo sabes? Eres finalista del concurso. Entre los más de 500 que se presentaron tú eres uno de los 3 finalistas." Luego sucumbí a un arrebato de euforia poco atinado para una bibliteca. Chistidos e imprecaciones me volvieron a la realidad. "¡Rosa, nadie me dijo nada!" "¿No? Qué raro... Hoy a la tarde lo veo al director y le preguntaré."

05 de noviembre
Llego a la Secretaría de la Escola y sin pedir la atención de la secretaria, tras abrir la puerta, dí comienzo a mi perorata: "¿Cómo puede ser que no me hayan avisado? Soy uno de los finalistas del concurso y nadie me dijo nada... No, no, no recibí ninguna llamada, ni un mail, ni nada. ¿Cómo no me van a avisar para que pueda asistir al festival de literatura...! No, claro que no asistí, si nadie me avisó. ¿Qué? ¿leyeron mi cuento? ¿Quien lo leyó? No lo puedo creer. Y los otros finalistas, ¿fueron? No importa si lo sabes o no, dime una cosa, ¿les avisaron a los otros 2 finalistas que eran finalistas? ¿La semana que viene? ¿Y qué sentido tiene avisarme que la semana pasada leyeron mi cuento en el festival de literatura? ¡Sí, claro que hablaré con el director!"

10 de julio
Titi: ¿Y cuando dan el veredicto?
Mano: Bueno, a fines de octubre , gracias a un acuerdo que tienen con una editorial medianamente importante, publican un libro con los relatos finalistas, que no sé cuántos son. Y esos cuentos se leen en el Festival de Literatura en el CCCB. Después, en diciembre presentan ese libro en el Ateneu y en ese acto dan a conocer los ganadores.
Titi: Falta un montón
Mano: Sí, pero no sabés qué rápido pasa...
Titi: ¿Y cuál es el premio?
Mano: Un año gratis de estudio en la Escola d'Escriptura. Más o menos €1400.

07 de noviembre
Pero no hablé con el director. La alegría pudo más y derrotó a la indignación. Fue un error, un error difícil de perdonar e insólito en una institución como la Escola d'Escriptura del Ateneu Barcelonès, pero que sin duda conlleva una dosis de sabiduría, algo de lo que debo aprender. Recordé mi lamento sentado en el sillón, con el orgullo herido, sangrándome la vanidad. Y bronca por no asistir al festival como finalista. En ese momento de evocación volvió a asaltarme la bronca, ahora por saberme finalista y no haber asistido al festival. Pero Titi festejaba, la bronca se fue y yo me sentí feliz, extrañamente sereno. El 17 de dicembre es la presentación del libro y se da a conocer el fallo. Soy finalista, no pido nada más (sólo que me avisen de la presentación del libro).