13 de enero de 2009

Assisi y Siena

Después de pasar 5 días en Roma nos fuimos a Asís, la ciudad de san Francisco, de santa Clara y de los pesebres.
Es una ciudad, más que ciudad pueblito, en la ladera de una montaña, pequeño, mágico, terriblemente bello. Es un pueblo perdido en el medioevo, de piedra, con callejuelas, escaleras, y sorprendente paisaje.
A pesar del calor que tuvimos, un calor infernal, la pasamos genial.
Es impactante la tumba de San Francisco. La iglesia es amplia y austera. Debajo de la iglesia, y a la altura del altar, hay un oratorio bellísimo, no muy amplio, con frescos y ornamentos preciosos. Y debajo de este oratorio está la tumba. Es como una cueva pequeña, todo de piedra. En el medio hay una columna ancha y hueca con un agujero en el que se ve la tumba. A los costados están los restos de los 5 compañeros más cercanos de San Francisco. Es un lugar oscuro, cálido. Lo más llamativo es la paz que hay ahí abajo.




Después de pasar la noche en Asís, nos fuimos para Siena. El viaje hasta allí fue lindísimo. Es una ciudad pequeñita, toda color ladrillo (de hecho, es color siena, de ahí viene su nombre), y te impacta tanto su belleza como la historia que se respira ahí. Es la ciudad de la inefable Santa Catalina, la ciudad de la peste, de Santo Domingo, de las carreras de caballos...
En la iglesia de Santo Domingo fue impactante ver la cabeza de Santa Catalina, el dedo gordo de una mano, sus cosas... Y luego en su casa, en lo que era su casa, la celda en la que vivió siempre, la piedra donde dormía, su cocinita...

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