5 de abril de 2008

Yo muestro los hombros

La primavera, por fin, empieza a presumir de su grandiosidad dejando que el sol arremeta contra las pálidas caras de los de este hemisferio. La brisa se tornó cálida y las olas del mediterráneo empezaron a sonar más alto, como reclamando algo.
Por la calle te distraes observando cómo las mujeres empiezan tímidamente a mostrar los hombros mientras un hombre que salió a correr preparándose para el verano te atropella -por haber estado mirándole los hombros a aquella mujer- y no te enojas: el hombre te pide disculpas y la mujer sonríe presumida. Y nace una complicidad, no sólo con ellos, sino una complicidad social. Y sientes el deseo de participar. Te planteas las dos posibilidades: o empiezas a mostrar los hombritos o te ejercitas.
Llegas a tu casa y ya no llevas encima nada para colgar en el perchero y tal vez no te das cuenta de que cambiarás, como cada año, la manera de vestir y ello hará que te manifiestes de un modo nuevo hacia la gente, y la gente te percibirá de otra forma. Y también rebrotará una parte tuya que quedó sofocada por el frío, y sentirás otras cosas, pensarás distinto, moverás tu cuerpo de una manera distinta a cómo lo movías en invierno.
Los lunares y las cicatrices volverán a llamar la atención de la gente que te circunda. Renovarás tu desodorante cada dos semanas. Tu cuerpo digerirá otra comida -ya no es temporada de cítricos ni de vitamina C. El sombrero, en vez de abrigarte, te protegerá del inclemente sol. De misteriosos abismos saldrán a la luz inmensas cantidades de personas que se mantenían hibernando en sus hogares y superpoblarán las plazas, los parques, la playa y el mar, las calles, el cielo, superpoblarán tu vida rescatándote de ti mismo.
Los dedos ya no se entumecerán de frío al escribir sobre este teclado frío, día y noche. El humo de mi perenne cigarrillo se evaporará por la ventana que ahora está abierta. El cuero de la silla sobre la que ahora estoy sentado volverá a sentir el sabor de mi piel absorviendo el sudor de mis nalgas. Los 3 kilos que engordé en este invierno... se mantendrán con decisión inclaudicable entre mis fofos músculos ya que, estoy decidido, prefiero mostrar mis hombros que salir a correr.

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